martes, 31 de enero de 2012

El príncipe de paz

LEA: Juan 14:25-31
La paz os dejo, mi paz os doy… —Juan 14:27



Hace años, conocí a un joven que formaba parte de una banda de motociclistas. Había crecido en un campo misionero donde servían sus padres. Cuando su familia volvió a su país natal, él aparentemente no pudo adaptarse a ese entorno. Vivió una vida tumultuosa y murió en medio de una pelea callejera entre bandas rivales.
He participado en muchos funerales, pero ese es el que más recuerdo de todos. Se hizo en un parque donde hay una hondonada cubierta de hierba natural alrededor de una laguna. Sus amigos estacionaron las motocicletas formando un círculo y se sentaron sobre la hierba rodeándonos, mientras un amigo y yo dirigíamos la reunión. Hablamos de manera sencilla y breve sobre la conciliación entre grupos en conflicto y la paz interior que el amor de Jesús puede brindar.
Después, un integrante de la banda de motociclistas nos agradeció, empezó a caminar para marcharse, pero luego volvió. Jamás olvidaré sus palabras. En su jerga, dijo que tenía una motocicleta, un apartamento y una novia; después, agregó: «Pero no tengo paz». Entonces, hablamos de Jesús, que es nuestra paz.
Ya sea que tengamos una Harley Davidson o un Cadillac, una mansión o un pequeño apartamento, un ser amado o a nadie… no importa. Sin Cristo, no hay paz. Él dijo: «La paz os dejo, mi paz os doy…» (Juan 14:27). Este regalo es para todos los que confían en Él. ¿Le has pedido su paz?

viernes, 27 de enero de 2012

Escondido en la roca

LEA: Salmo 18:30-36
Señor, roca mía y castillo mío… —Salmo 18:2



Se cuenta la historia de un joven predicador llamado Augustus Toplady, el cual estaba paseando por la campiña inglesa cuando, de repente, una tormenta apareció en medio del paisaje. Toplady divisó una amplia formación rocosa con una grieta, donde se refugió hasta que pasó el temporal. Mientras estaba sentado resguardándose de aquel diluvio, reflexionaba en la conexión entre su refugio y la ayuda de Dios durante las tormentas de la vida.
No tenía papel donde escribir, pero encontró un naipe tirado en el suelo de la cueva y empezó a componer las palabras del amado himno «Roca eterna».
Escrito durante aquel tormentoso día de 1775, este himno ha sido, desde entonces, una fuente de fortaleza para los creyentes.
Roca de la eternidad, fuiste abierta para mí;
Sé mi escondedero fiel, solo encuentro paz en ti;
Eres puro manantial, en el cual lavado fui.
Piensa en tus luchas. ¿Necesitas un lugar para refugiarte? ¿Te hace falta Alguien que te proteja de los ataques de la vida? ¿Precisas tener la certeza de que has sido perdonado? Tal como lo experimentó Toplady, podemos hallar refugio y seguridad en Dios.
No enfrentes tú solo las tormentas de la vida. Busca el amparo del Señor. Pídele que te proteja. Asegúrate de haber recibido su perdón. Acércate a la Roca de la eternidad; es el lugar más seguro en la vida.

jueves, 26 de enero de 2012

La tierra del «y»

LEA: Apocalipsis 22:1-5
Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. —2 Pedro 3:13



En una publicidad de televisión que vi hace poco, los niños discutían en el asiento trasero del automóvil acerca de dónde pararían a comer. Uno quería pizza, y el otro, pollo. La madre, sentada en el asiento delantero del acompañante, dijo: «No, vamos a comer hamburguesas».
El padre resolvió inmediatamente el desacuerdo familiar con esta idea: «Iremos a un restaurante de comida buffet “y” cada uno podrá comer lo que quiera y cuanto quiera». El anuncio termina con estas palabras: «Acaba con las peleas familiares sobre qué comerán. Vengan al restaurante ________, la Tierra del “y”».
Cuando vi esa publicidad, pensé en otra «Tierra del “y”»: el cielo. Es un lugar donde tendremos todo lo que necesitemos. Y lo más importante es que estaremos en la presencia del Dios Todopoderoso. Al describir el cielo, el apóstol Juan dijo: «… el trono de Dios y del Cordero estará en [él]» (Apocalipsis 22:3). Nuestra alma sedienta será totalmente satisfecha en el «río limpio de agua de vida» que sale de su trono (22:1), porque el Señor le dice a su pueblo: «Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente» (21:6). Otro «y» de esa tierra será el árbol de la vida «para la sanidad de las naciones» (22:2). Lo que no encontraremos en esa «Tierra del “y”» serán maldición (22:3), muerte, dolor y lágrimas (21:4).
En esa celestial «Tierra del “y”», estaremos completamente satisfechos. ¿Estás preparado para ir allá?

miércoles, 25 de enero de 2012

¿Vale la pena el esfuerzo?

LEA: Salmo 19:7-11
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para […] instruir en justicia. —2 Timoteo 3:16



Una vez, decidí leer las 38 obras de Shakespeare en un año. Lo que me sorprendió fue que cumplir con esa tarea parecía mucho más un entretenimiento que un trabajo. Esperaba aprender sobre el mundo de este escritor y la gente que lo habitaba, pero descubrí que sus palabras me enseñaban principalmente sobre mi entorno.
Experimenté exactamente el mismo proceso al enfrentarme con el Antiguo Testamento. ¿Por qué dedica tanto lugar a templos, sacerdotes y reglamentos para sacrificios que ya no existen? ¿Cómo podemos encontrarle sentido a esta parte de la Biblia y cómo se aplica a nuestra vida en la actualidad?
Después de esforzarme para superar algunas de las barreras, llegué al punto de sentir la necesidad de leerlo por lo que estaba enseñándome. A la larga, me encontré deseando leer esos 39 libros, ya que satisfacían un hambre en mí que ninguna otra cosa podía suplir y me enseñaban sobre la vida con Dios.
El Antiguo Testamento le habla a nuestra necesidad. Brinda un curso avanzado sobre «La vida con Dios», expresado en un estilo apasionante y personal.
Las recompensas que ofrece no se obtienen fácilmente. Todos los logros exigen un proceso similar de trabajo arduo, y nosotros perseveramos porque dichas recompensas llegarán.

martes, 24 de enero de 2012

Canaletas y ventanas

LEA: Mateo 23:23-31
… este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, […], y de fe no fingida. —1 Timoteo 1:5

Mientras dábamos un paseo en coche con la familia, un inmaculado cartel blanco con letras rojas captó mi atención: «Canaletas y ventanas; trabajo de calidad garantizado». El letrero era perfecto, pero temí que la casa y el granero que estaban justo detrás se derrumbasen en cualquier momento. ¡La pintura estaba levantándose, las ventanas estaban rotas y las canaletas no existían!
Muchos de nosotros «anunciamos» a Jesús, pero nuestra casa espiritual está destruida. Tal vez asistamos a la iglesia, hablemos la jerga cristiana e interactuemos cortésmente con los demás, pero, cuando nuestra conducta no es coherente con lo que tenemos en el corazón, nuestro sobresaliente comportamiento es tan solo una apariencia de religiosidad. Cuando Jesús confrontó a los fariseos, dijo: «Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad» (Mateo 23:28).
El Señor tenía para sus seguidores un mensaje diferente, pero igualmente directo: «… no seáis […] como los hipócritas» (6:16). La Biblia nos insta a amar «… de corazón limpio, […] y de fe no fingida» (1 Timoteo 1:5). Estas actitudes internas deberían irradiar a través de nuestras palabras y acciones (Lucas 6:45).
Considera hoy el estado de tu casa espiritual. Si las personas miraran más allá del hermoso aspecto externo, ¿descubrirían un corazón auténtico?

lunes, 23 de enero de 2012

Gracias, Dios, por la música

LEA: 2 Crónicas 5:7-14
Cuando sonaban, pues, las trompetas, y cantaban todos a una, […] la gloria de Señor había llenado la casa de Dios. —2 Crónicas 5:13-14



La música juega un gran papel en la Biblia. Desde Génesis hasta Apocalipsis, Dios prepara a músicos para que trabajen para Él. Utiliza la música para convocar al pueblo a adorar y para enviarlo a la guerra, para suavizar las emociones descontroladas e incentivar la pasión espiritual, para celebrar victorias y condolerse ante las pérdidas. La música es una forma de arte completa y para todas las ocasiones. Hay seguidores y líderes, canciones sencillas y complicadas, instrumentos fáciles y difíciles de ejecutar, melodías y armonías, ritmos rápidos y lentos, notas agudas y graves.
La música es una metáfora maravillosa de la iglesia porque todos participan haciendo lo mejor que saben hacer. Todos cantamos o tocamos notas distintas en momentos diferentes, pero interpretamos la misma canción. Cuanto mejor conocemos nuestra parte y mejor seguimos al director, más hermosa es la música.
Uno de los mejores usos de la música es la alabanza. Cuando el templo de Salomón terminó de construirse, los músicos alabaron a Dios y le agradecieron. Mientras lo hacían, «la gloria del Señor [llenó] la casa de Dios» (2 Crónicas 5:14).
Demos gracias al Señor por la música hermosa porque es un anticipo del cielo, donde la gloria de Dios morará para siempre y la alabanza a Él nunca cesará.

jueves, 19 de enero de 2012

Ojo mágico

LEA: Hebreos 11:1-10
… Dios […] es galardonador de los que le buscan. —Hebreos 11:6



Un sobrino mío llevó un libro con imágenes del Ojo Mágico a una reunión familiar. Estas parecen ser modelos comunes en dos dimensiones, pero, cuando se miran desde cierta distancia, la superficie plana se torna tridimensional.
Nos turnamos tratando de ejercitar nuestra vista para que apareciera la imagen en 3D, pero a un miembro de la familia le resultaba difícil ver la tercera dimensión. Varias veces, observé que tenía el libro abierto y que lo miraba desde todas las distancias y direcciones posibles, pero, aunque no podía ver la imagen escondida, estaba convencido de que se encontraba allí porque otros la habían visto.
Su perseverancia me hizo pensar en la importancia de tener la misma tenacidad en los asuntos de la fe. El peligro de los que dudan es que dejan de mirar a Dios porque creen que es imposible encontrarlo. Moisés les advirtió a los israelitas que las generaciones futuras se alejarían del Señor. No obstante, prometió que aquellos que lo buscaran con todo el corazón y el alma lo hallarían (Deuteronomio 4:29). El libro de Hebreos confirma que Dios recompensa a aquellos que lo buscan diligentemente (11:6).
Si estás luchando para creer, recuerda esto: el solo hecho de que tú no veas a Dios no significa que no exista. Él promete que todos los que lo buscan lo encontrarán.

miércoles, 18 de enero de 2012

Recuperar el equilibrio

LEA: Efesios 6:10-18
… tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. —Efesios 6:13



Durante los últimos años, mi esposa Marlene ha tenido problemas en el oído interno que hacen que pierda el equilibrio. Sin preaviso, algo allí adentro se altera y ella se marea. Si trata de sentarse o levantarse, un estado llamado vértigo se lo impide por completo y debe recostarse. Ni el mayor de los esfuerzos puede contrarrestar el poder desestabilizador y perturbador del oído interno. Como es una persona activa, estos episodios le resultan desagradables y frustrantes.
A veces, la vida es así. Algo inesperado complica nuestra rutina y nos hace perder el equilibrio. Quizá sea una mala noticia que dice que perdimos el empleo o unos resultados perturbadores de un análisis que nos mandó el médico. Incluso podría ser un ataque de nuestro enemigo espiritual. En todos los casos, sacude violentamente nuestro equilibrio emocional, y nos sentimos como si fuéramos incapaces de seguir de pie.
Esas situaciones deberían instarnos a acudir a Dios. Cuando sentimos que estamos perdiendo el equilibrio, Él puede ayudarnos al proporcionarnos los recursos espirituales que nos permitan volver a estar erguidos. Pablo dice: «Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes» (Efesios 6:13).
Cuando la vida nos desestabiliza, no tenemos que frustrarnos. Con el poder de Dios que nos levanta y con su armadura que nos protege, podemos seguir de pie y con fuerzas.

martes, 17 de enero de 2012

Tiempo de buenos consejos

LEA: Éxodo 18:13-24
Y oyó Moisés la voz de su suegro, e hizo todo lo que dijo. —Éxodo 18:24



Debido a la vida ocupada que muchos de nosotros llevamos, es fácil darnos cuenta de que estamos en la sobrecargada situación de Moisés en Éxodo 18. Como el único juez de las masas, estaba «desde la mañana hasta la tarde» (v. 13) rodeado de gente que necesitaba su ayuda.
En realidad, he estado con personas, particularmente padres jóvenes, que me dijeron que se identificaban con Moisés. Al parecer, necesitamos aprender dos técnicas de supervivencia para la vida: determinación para escuchar (v. 24) y disposición para recibir ayuda (v. 25). A veces, no aceptamos ayuda porque somos orgullosos, pero no siempre es así.
En el caso de Moisés, y a menudo en el nuestro también, es simplemente que la vida corre con tanta rapidez y demanda tanto de nosotros (vv. 13-15) que casi no tenemos tiempo para reaccionar; ni hablar de considerar la posibilidad de recurrir a otra persona para buscar consejo y, menos aún, de ir a verla. Quizá esta sea una de las razones por las que las Escrituras nos recuerdan que nos rodeemos de consejeros que nos brinden su experiencia y sabiduría, incluso cuando estemos demasiado ocupados para pedírselo. Esto lo vemos en la historia de lo que hizo Jetro por su yerno Moisés cuando le dijo que delegara algunas de sus responsabilidades (vv. 17-23).
No te abrumes, sino busca el consejo piadoso y, después, lleva a cabo lo que se te aconseja.

lunes, 16 de enero de 2012

El libro de la naturaleza

LEA: Romanos 1:18-24
Porque las cosas invisibles de él […] se hacen claramente visibles desde la creación del mundo… —Romanos 1:20



El escocés y norteamericano John Muir (1838-1914) fue criado por un padre cristiano que ponía gran énfasis en la memorización de las Escrituras. Cuando llegó a ser un joven adulto, John podía citar de memoria todo el Nuevo Testamento y extensas porciones del Antiguo.
Durante su juventud, Muir desarrolló un gran amor por la creación de Dios y la consideraba una fuente para llegar a conocer al Señor. El historiador Dennis Williams dice que Muir se refería a la creación como «El libro de la naturaleza». Mientras exploraba el desierto, pudo estudiar las plantas y los animales en un medio ambiente que «procedía directamente de la mano de Dios, sin estar corrompido por la civilización ni por la domesticación». Con el tiempo, Muir encabezó el movimiento de conservación forestal y contribuyó a la creación de muchos parques nacionales de los Estados Unidos; entre ellos, Yosemite, Sequoia y Mount Rainier.
Para alimentar el interés espiritual de los niños y los jóvenes, debemos concentrarnos primordialmente en la Biblia. Pero también podemos llevarlos al aula de Dios al aire libre, donde podrán cultivar su amor al Creador al mostrarles la majestad de la creación: «Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas…» (Romanos 1:20).

viernes, 13 de enero de 2012

Quitar el candado

LEA: Juan 14:15-24
Si me amáis, guardad mis mandamientos. —Juan 14:15





Jesús les dejó muy claro a sus discípulos que Él es «el camino, y la verdad, y la vida» (Juan 14:6). Es el único camino al Padre, y nuestra fe y consagración a Él traen como resultado amor y obediencia, y conducen a un hogar eterno en el cielo.
Cristina, una estudiante de un instituto bíblico en Minsk, Bielorrusia, escribió este testimonio: «Jesús murió por todos, incluso por el pecador más desesperado. Al peor criminal que acuda al Señor con fe, Él lo recibirá».
»Durante mucho tiempo, Cristo había estado golpeando a mi puerta. Figurativamente hablando, la puerta de mi corazón estaba abierta. Yo era creyente, pero mantenía el candado cerrado y firmemente colocado en su lugar. No le entregaba mi vida al Señor».
Cristina sabía que eso estaba mal y sentía que Dios estaba instándola a experimentar un cambio. «Me arrodillé delante de Él y le abrí la puerta de par en par». Ella quitó el candado.
Los seguidores de Cristo consagrados harán lo que Él les ordene… sin utilizar candados ni puertas traseras por donde escapar; sin reservar pequeños rincones de nuestra vida como propiedad privada; sin pecados secretos.
Si, al igual que Cristina, has estado resistiéndote a someterte al Señor, es hora de que quites el candado. Entrega todo lo que tienes guardado. Abre las puertas de tu vida y experimenta el gozo del discipulado obediente.

jueves, 12 de enero de 2012

Atraer a los perdidos

LEA: 2 Corintios 5:12-21
Yo, la luz, he venido al mundo… 
—Juan 12:46



A mi amiga Ana, las personas suelen detenerla en la calle para pedirle que les dé indicaciones sobre cómo llegar a alguna parte. Esto le ha sucedido aun en otros países donde es extranjera. Ella se pregunta si será porque tiene cara de buena persona y parece confiable. Yo sugerí que tal vez se debía a que da la impresión de saber hacia dónde está dirigiéndose. Otra amiga dijo que quizá sea porque atrae a los perdidos.
Todos estos atributos deberían ser una realidad en sentido espiritual en el pueblo de Dios. Como creyentes, tenemos un propósito y una meta, sabemos hacia dónde vamos y cómo llegar hasta allí. Esto nos da confianza mientras seguimos adelante cumpliendo el llamado del Señor para nuestra vida. Cuando los demás perciban esta clase de confianza, los perdidos se nos acercarán para que les indiquemos hacia dónde ir.
Dios siempre ha mantenido una presencia en la tierra para que la gente pueda encontrarlo. Su primera manifestación para el mundo fue la nación de Israel (Isaías 42:6). Después, Salomón oró para que el gran nombre de Dios atrajera a la gente hacia Él (1 Reyes 8:41-43). La luz de la nación judía alcanzó su punto culminante con Jesús, «la luz del mundo» (Juan 9:5). Y ahora, los seguidores de Cristo deben ser los que iluminen a la humanidad (Mateo 5:14). Como tales, tenemos la responsabilidad de mostrarle a la gente qué debe hacer para reconciliarse con Dios (2 Corintios 5:18).

miércoles, 11 de enero de 2012

Perfectamente aptos


LEA: Efesios 2:1-10
… los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras… —Tito 3:8
«¿Qué habilidades tiene usted?» Esta pregunta, formulada a un amigo mío en una entrevista laboral, buscaba determinar si él encajaría en un determinado puesto. De inmediato, pensó en sus capacidades y talentos, con la esperanza de enfatizar aquellas cualidades particulares que poseía y que podrían contribuir al éxito de la compañía.
¿Qué pasaría si ya tuviéramos el conjunto de habilidades requerido para llevar a cabo lo que Dios quiere que hagamos? Bueno, en realidad… ¡lo tenemos! Los dones espirituales que poseemos, sumados a nuestras experiencias, capacitación, talento innato y un corazón sumiso configuran a un individuo único que tiene las habilidades necesarias para las «buenas obras» que el Señor «preparó de antemano» (Efesios 2:10). Si Dios tiene algo que quiere realizar y tú sientes que está llamándote para hacerlo, te proporcionará lo necesario para que completes la tarea. Una traducción de este texto dice: «Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás» (Efesios 2:10 ntv). Lo único que el Señor requiere de cada uno es que «sea hallado fiel» (1 Corintios 4:2).
¿Has hallado un lugar en el servicio de Dios donde Él pueda utilizarte? Hagamos «bien» y seamos «ricos en buenas obras» (1 Timoteo 6:18).

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